P.1. ¿En qué ha consistido su buena práctica en materia de innovación en el modelo de atención y cuidados?

Proyecto piloto de Coordinación entre el Sistema de Salud y el Sistema de Servicios Sociales en Atención a personas residenciadas.

Este proyecto se desarrolla desde el Centro Comarcal de Referencia Birjinetxe, y el equipo de apoyo especializado del propio centro, con los siguientes objetivos:

  1. Articulación de mecanismos de coordinación, derivación, comunicación entre:
    • La red de residencias de personas mayores de Bizkaia
    • Los centros de apoyo (centros comarcales de referencia) que contarán con equipo de apoyo específico a las residencias en este ámbito. Diputación foral de Bizkaia
    • Un hospital de referencia en la materia.
    • La red de atención primaria del sistema de salud.
  2. Determinación de circuitos asistenciales, funciones a desarrollar, servicios y escenarios de derivaciones como elementos clave de coordinación sociosanitaria para la atención de personas que viven en centros residenciales.
  3. Personalizar y humanizar más la atención a las personas mayores con necesidades de apoyos y cuidados que residen en centros residenciales.
  4. Apoyar la planificación anticipada de decisiones y cuidados, especialmente en la fase final de la vida, de las personas que viven en centros residenciales, como proceso clave en el que interactúan cuidados sociales y sanitarios y, por tanto, exige de una coordinación sociosanitaria específica.
  5. Avanzar hacia modelos centrados en las personas, basados en el derecho a la información y ejercicio de la autonomía y a la participación en la toma de decisiones respecto a sus cuidados.

Estos objetivos se encuentran alineados con el objetivo del Plan de Cuidados Paliativos de Euskadi 2016-2020, en cuanto que se pretende ofrecer al paciente (persona) y a su familia una atención homogénea y de calidad en casa, en la residencia o en el hospital y avanzar así, en garantizar el derecho de las personas a recibir cuidados, también en el final de la vida, cómo y dónde deseen.

P.2. ¿Qué impacto social en su población objetivo ha tenido su buena práctica? ¿Qué beneficios se pueden identificar?

Mayor conocimiento y clarificación de los circuitos de coordinación sociosanitaria.

Tanto los profesionales de los centros como los agentes de salud participantes en el proyecto reconocen contar con un mayor conocimiento y clarificación de los circuitos de coordinación, tras el desarrollo del proyecto. Evalúan que en este aspecto se ha avanzado mucho y que ha ayudado a generar espacios de colaboración y conocimiento mutuo. En este sentido, todos los profesionales entrevistados han coincidido en destacar que, aun siendo un proceso complejo, los avances observados son muy positivos.

• Los y las profesionales de los centros residenciales participantes en el proyecto valoran con un 8,41 (sobre 10), el grado de mejora del conocimiento y la clarificación de los circuitos de coordinación con el sistema sanitario.

• En el caso de responsables y profesionales participantes del sistema sanitario, la valoración es de un 7 sobre 10.

• Asimismo, la totalidad de los profesionales del sistema sanitario que han formado parte del equipo motor del proyecto consideran que ha contribuido a mejorar la coordinación desde su ámbito.

Alto interés y valoración del proyecto

La valoración general de los responsables y profesionales del sistema sanitario, respecto a la iniciativa del proyecto es de un 7,67 sobre 10.

• Los centros residenciales reconocen que, en el marco del impulso de la personalización de la atención que están llevando a cabo, esta iniciativa viene a reforzar la apuesta por este nuevo modelo de cuidados. Asimismo, consideran que el liderazgo institucional ha posibilitado el contacto entre profesionales de ambos sistemas y ha significado un incentivo para el avance en la coordinación de los cuidados entre el sistema de salud y el de servicios sociales. Las familias y las personas residentes valoran muy positivamente el desarrollo del proyecto; concretamente, valoran con un 8,21 sobre 10 la puesta en marcha de la iniciativa y una valoración media de 8,80 las charlas informativas sobre la Planificación Anticipada de Decisiones y Cuidados organizadas en el propio centro.

• La decisión de participar en este proyecto de coordinación sociosanitaria en la planificación anticipada de decisiones y cuidados fue tomada por parte de las familias en un 57,9% de los casos, en un 15,8% por parte de la propia persona residente, y en un 26,3% de forma consensuada.

• La motivación principal para participar en este proyecto ha sido, en un 58% de los casos, el apoyo para la toma de decisiones de cuidados al final de la vida.

• Las familias valoran muy positivamente la información compartida sobre los escenarios posibles de la evolución del estado de salud de su familiar residente en el centro a lo largo del proceso de planificación de decisiones y cuidados llevado a cabo, con un 8,39 sobre 10.

Avance en la personalización de la atención

Los y las profesionales de los centros residenciales consideran en un 95,8% de los casos, que la participación en este proyecto ha mejorado la  personalización de la atención en el centro  residencial.

Oportunidad de extensión del proyecto

Los agentes del sistema sanitario involucrados en el proyecto consideran muy positiva, con un 9 sobre 10, el mantenimiento y extensión de este proyecto al conjunto de centros residenciales y al resto de organizaciones sanitarias.

P.3. ¿Cómo ve usted el futuro de los cuidados en longevidad? ¿Cómo podemos prepararnos para una sociedad en la que este tema será cada vez más protagonista?

Atendiendo al impacto que el envejecimiento demográfico supone para las arcas públicas -y la política defensiva generada en torno a sus costes en muchos gobiernos y países-, nuevos enfoques plantean las oportunidades que se asocian a la maximización de la longevidad en términos sociales y económicos, particularmente una vez que las personas han cumplido los 65 años.

Los argumentos que reconocen el valor económico de este grupo de población, en crecimiento, defienden un rediseño de la vida laboral tal y como se conoce, de modo que se estimule su prolongación mediante la apuesta por roles flexibles (y con la posibilidad de conciliar la necesidad de asumir cuidados no profesionales, por ejemplo), se incentive la productividad de las personas trabajadoras más allá de la edad de jubilación, se promueva el aprendizaje permanente, se fomente la adecuación de las políticas de recursos humanos, se apoye la incorporación de las nuevas tecnologías (y la necesaria capacitación de la fuerza de trabajo), y se desarrollen inversiones en salud que permitan garantizar la participación social y las contribuciones económicas de las personas mayores de 65 años durante el mayor tiempo posible.

En definitiva, se trata de propuestas que tratan de maximizar la salud y minimizar/retrasar los efectos de la pérdida de autonomía de una parte considerable de la población con el fin de que mantengan durante más tiempo su estatus de trabajadores/as y consumidores/as mientras continúan asumiendo, realizando labores de voluntariado… y todo ello garantizando un nivel de consumo de bienes y servicios. Esta evolución  nos llevará a un  nuevo modelo de cuidados de larga duración. El deterioro físico y/o cognitivo, la multimorbilidad y la fragilidad que frecuentemente acompañan al envejecimiento, a partir de cierta edad, constituyen un elemento fundamental, pero la necesidad de cuidados de larga duración se plantea en distintos momentos del ciclo vital.

La atención a la dependencia, la discapacidad y las enfermedades graves o degenerativas a lo largo de la vida constituyen uno de los mayores desafíos de cara a construir y consolidar un ecosistema de cuidados de larga duración sostenible desde todos los puntos de vista.

El éxito de la longevidad debe de ir acompañado de calidad de vida. Un factor clave para ello se encuentra en la prevención de la dependencia y la promoción de la autonomía y otro en la posibilidad de acceso a cuidados (en cantidad y calidad) por parte de aquellas personas que precisan de apoyos que garanticen su bienestar a medida que pierden autonomía e incorporan grados de dependencia y/o discapacidad. En este sentido, es necesario generar redes o ecosistemas de cuidados que:

  1. Respondan a los principios de universalidad y responsabilidad pública, reconocidos por las normas que regulan los sistemas públicos vinculados a los cuidados sociales, sanitarios y educativos, o de otro modo, a los Servicios Sociales de Interés General.
  2. Articulen la cooperación de los cuatro sectores (familias/comunidades, tercer sector social y sanitario, empresas, sector público) en la satisfacción de las necesidades sociosanitarias, más allá de las prestaciones y servicios incluidos en los catálogos de responsabilidad pública, así como en la provisión de dichas prestaciones y servicios de acuerdo con la normativa específica de cada ámbito (salud, servicios sociales, educación).

La crisis del modelo tradicional de cuidados recorre el contínuum de cuidados que se desarrollan desde la esfera doméstica/familiar (cuidados domiciliarios no profesionales, servicios de teleasistencia y/u otros servicios de atención en el domicilio), el entorno comunitario próximo al domicilio (servicios de atención diurna, centros de día y de noche, etc.) y los cuidados institucionalizados (alojamientos residenciales) en un contexto sociodemográfico en el que los cuidados son una demanda presente, en tendencia creciente -frente a la disminución del número de potenciales personas cuidadoras-, y un desafío intergeneracional.