El cuidado comunitario es una dimensión destacada en las estrategias de cuidado integral para las personas mayores frágiles y dependientes. El cuidado comunitario es complementario de otras formas de cuidado (como el familiar o el instruccional) y se orienta a fortalecer las relaciones interpersonales en contextos de necesidad de cuidados no especializados.
¿Qué entender por cuidados comunitarios?
En el mapeo de buenas prácticas realizado por el proyecto NEXT CARE, pueden identificarse ciertas características que ayudan a definir el cuidado comunitario. En primer lugar, se trata de procesos locales, es decir, que se producen en contextos geográficos delimitados (como barrios, pueblos, comarcas). En segundo lugar, se trata de iniciativas que parten tanto desde las comunidades (de abajo – arriba) como desde el sector público (de arriba – abajo). En tercer lugar, son iniciativas destinadas a mejorar la calidad de vida de las personas mayores gracias a la participación voluntaria o con remuneración simbólica de otras personas mayores, siendo este un tema importante a considerar en el marco de estrategias intergeneracionales de cuidados. En cuarto lugar, se trata de experiencias que desarrollan la dimensión “intangible” de los cuidados, buscando fortalecer lazos sociales dentro de la comunidad, basados en la participación social y la empatía. En quinto lugar, un elemento destacado del cuidado comunitario se refiere a la necesidad de disponer y fortalecer “infraestructuras”, es decir, espacios físicos y culturales (como bibliotecas) o espacios tecnológicos (plataformas para compartir datos sociosanitarios) que dan soporte al fortalecimiento de relaciones sociales y al desarrollo de vínculos interpersonales. Por último, el cuidado comunitario impulsa iniciativas de monitorización y evaluación (de la soledad no deseada, de la vulnerabilidad social, etc.), que son requisitos claves para poder intervenir de manera personalizada en la comunidad.
Los obstáculos del cuidado comunitario
El cuidado comunitario fortalece el cuidado no especializado, la red de apoyos, las relaciones interpersonales, la confianza social y la empatía, pero también afronta desafíos y retos que deben superarse. En primer lugar, la falta de tiempo y recursos para participar en las redes de apoyo, por lo que integrar personas voluntarias al cuidado comunitario es un límite importante. En segundo lugar, la independencia y la autonomía son valores que están socialmente arraigados, por lo que recibir apoyos de otras personas (fuera del ámbito familiar) no resulta evidente y genera resistencias. En tercer lugar, la debilidad en los sistemas de información y ciertas restricciones jurídicas limitan el acceso a datos personales para un seguimiento y evaluación de personas necesitadas de apoyo y cuidados no especializados. En cuarto lugar, la financiación de proyectos comunitarios es limitada, en términos de cantidad de recursos como en términos de tiempo de duración de los mismos (normalmente un año), esto representa un límite tomando en cuenta que las relaciones de confianza social y redes de apoyo exigen tiempo y constancia para consolidarse cuando se trata de personas mayores vulnerables y necesitadas de apoyos.
Las lecciones aprendidas en el proyecto NEXT CARE
Lección 1. Intergeneracionalidad. La implicación de las personas jóvenes es clave para el desarrollo del cuidado comunitario. La experiencia sugiere que es necesario conectar las actividades de cuidado con las competencias adquiridas por las personas jóvenes, conectándolos con organizaciones locales y con senderos de aprendizajes profesionales.
Lección 2. Participación social. La participación social de las personas voluntarias resulta fundamental para el cuidado comunitario. La experiencia indica que es necesario innovar en las formas de participación, crear campañas de movilización y sensibilización, y nuevas estrategias de implicación para personas voluntarias.
Lección 3. Información y conocimiento. La información y el conocimiento sobre las personas vulnerables que necesitan apoyos resulta fundamental para el desarrollo comunitario. La experiencia demuestra que el conocimiento sobre la situación de la fragilidad social, el diseño de planes de intervención adaptados a sus necesidades, y el seguimiento sobre situaciones individuales y personales son elementos sustantivos para el éxito del cuidado comunitario.
Lección 5. Recursos y temporalidad. Recursos suficientes y acceso a los mismos en el largo plazo constituye una de las bases centrales para el impulso del cuidado comunitario. Así, los recursos comunitarios deben combinarse con los recursos públicos (administraciones) para la sostenibilidad del cuidado comunitario, pero estos deben ser constantes y de largo plazo para obtener resultados destacables.
Lección 6. Evaluación de impacto. La evaluación del impacto social se refiere a identificar con la mayor precisión posible en qué medida el cuidado comunitario, combinado con otros tipos de cuidados (familiares, de mercado e institucionales), mejora la calidad de vida de las personas mayores vulnerables, y facilita su integración social. No existen metodologías estandarizadas para evaluar el impacto del cuidado comunitario, lo que constituye un reto para su desarrollo.